lunes, 22 de agosto de 2016

CANTABRIA, VIAJANDO ENTRE VERDE Y AZUL (SEGUNDA PARTE: COMILLAS)

Ya hace una semana que regresamos de nuestras mini-vacaciones y mi depresión postvacacional sigue presente. Se acerca el final del verano y es en este momento cuando comienzo a arrepentirme de no haber hecho todas las cosas que tenía en mente. Esto es como lo de los propósitos de cada Nochevieja: habrá que esperar al verano que viene para ver si por fin realizo todos los planes que me quedan pendientes.

Pero vamos a lo que nos concierne, que me empiezo a ir por las ramas enseguida. =).

La anterior semana os hablaba un poco de los dos primeros días de mis vacaciones por Cantabria, y es justo en el ecuador de ellas por donde me gustaría comenzar hoy. Si recordáis... hablábamos de Santillana del Mar, de Suances, de Torrelavega... Aún nos quedan algunos lugares muy bonitos de los que hablar (y todos los que nos quedan por visitar y que espero que lo hagamos muy pronto).

Plaza de Comillas
Amanecimos el tercer día, de nuevo en nuestro hotelito de Viveda. Cargamos las pilas con otro desayuno típico y esta vez nuestros planes nos iban a llevar un poquito más lejos: a San Vicente de la Barquera. Habíamos oído hablar de este lugar en multitud de ocasiones, más aún desde que el famoso cantante David Bustamante presumiera constantemente de pueblo en la tele, y teníamos muchas ganas de conocerlo. Estábamos a tan sólo 30 kilómetros y no podíamos dejar pasar la oportunidad. Era 15 de agosto, fiesta nacional y momento cumbre de las vacaciones de verano. Y se empezó a notar desde que entramos en la autovía. En una rotonda a unos 2 kilómetros del pueblo ya se empezaban a encontrar coches aparcados en los laterales y las retenciones ocupaban kilómetros. 

Cambio de planes inesperado. Cogimos la rotonda y decidimos retroceder, volver por donde habíamos venido. Había que pensar algo rápido y la intuición nos llevó a otro de los municipios estrella de veraneo en el norte: COMILLAS. Como era de esperar todo estaba abarrotado y como en anteriores ocasiones pasamos un buen rato buscando un lugar donde poder aparcar. Todo estaba completo: parkings públicos, privados, zona azul, aparcamientos libres... todo lleno, pero al final encontramos un huequillo. 

Lo primero que hicimos fue acudir a la oficina de turismo (desde que estudié Información Turística tengo pasión por estos emplazamientos). Y decidimos coger el Tren Turístico para hacer una visita panorámica y hacernos una idea de qué visitar más profundamente. Este tren sale cada media hora frente al Palacio de Sobrellano y por dos euros por persona se puede hacer un tour de unos 20 minutos por los principales puntos de la ciudad. Vamos a hablar un poco de los lugares más importantes que conocimos:

Al fondo el Palacio. Al frente, una servidora. 
- PALACIO DE SOBRELLANO: fue construido entre 1882 y 1888 por encargo del primer Marqués de Comillas, que hizo el encargo a Cristóbal Cascante. Se engloba dentro del conjunto artístico compuesto por el propio palacio y la capilla-panteón. Mezcla varios estilos y tendencias, como el gótico inglés o neogótico, el veneciano y el mozárabe, pero a simple vista no da mucho aspecto de gótico. Su fachada es espectacular construida principalmente de piedra, y en su interior, parte del mobiliario fue diseñado y construido por el propio Gaudí.

Como curiosidad, podemos decir que fue el primer edificio español en utilizar la luz eléctrica, porque el marqués dio la orden de instalarla en sus estancias durante una de las visitas del rey Alfonso XII (gran amigo del marqués).

Actualmente pertenece al Gobierno de Cantabria y se utiliza como museo. También ha sido escenario de varias películas españolas, donde cabe destacar Altamira, protagonizada por Antonio Banderas y que se estrenará muy pronto.

- CAPILLA PANTEÓN: situada entre el Palacio de Sobrellano y el Capricho de Gaudí. Antonio López y López (Marqués de Comillas) nació en Comillas pero pronto viajó a Cuba donde pasó varios años. A su regreso se instaló en Barcelona pero a menudo visitaba su pueblo natal, sobretodo en verano. Cuando regresó de Cuba su fortuna se había visto aumentada con importantes empresas como la Compañía Trasatlántica, el Banco Hispano Colonial o la Compañía de Tabacos de Filipinas entre otros. Esto le situó en la cumbre de la economía, política y social española de la época (siglo XIX) y permitió situar a Comillas como uno de los principales centros artísticos, con la llegada de importantes arquitectos, sobretodo catalanes.

A la derecha, el Palacio. A la izquierda, capilla - panteón.
La Capilla-Panteón fue el primer edificio modernista que se construyó en Comillas y en una intención inicial, iba a estar directamente unido mediante un voladizo con el Palacio, pero la muerte del primogénito del Marqués y posteriormente la de su hermana llevó a cambiar los planes y hacer ambos edificios por separado. También es de estilo gótico y se construyó prácticamente en un año. También fue inaugurada en 1881 durante la visita de Alfonso XII y su esposa María Cristina.

Impresionante por fuera y por dentro, con importantes obras escultóricas y bajorrelieves en los panteones, hermosas vidrieras policromadas y el mobiliario de Gaudí, entre otros. En la actualidad, tal y como pidió el propio Marqués, se sigue enterrando aquí a su familia y todos los años, el día de San Antón se celebra una misa. 

- UNIVERSIDAD PONTIFICIA: Con la construcción del conjunto de Sobrellano, el Marqués de Santillana sólo tenía pendiente construir algo que le llevara "directamente al cielo". Es por ello que mandó construir lo que iba a ser un gran centro docente pero que finalmente se destinó a Seminario de Pobres y posteriormente se convirtió en Universidad Pontificia. Una vez más, fue obra del arquitecto catalán Martorell y estuvo dirigida por Cristóbal Cascante.
Fachada de la Universidad Pontificia de Comillas.

Dirigida por los jesuitas se utilizó un modelo docente que ya triunfaba desde el siglo XVII. De hecho, su disciplina hizo que se desplazaran hasta aquí varios seminaristas procedentes de todas las diócesis españolas, hispanoamericanas y Filipinas. Con su crecimiento se fueron agregando edificaciones anexas y nuevos estudios, llegando a ser una de las universidades más importantes, no sólo de España, sino de Europa.

La sede de la Universidad Pontificia se trasladó a Madrid, y los edificios originales de Comillas actualmente pertenecen al Gobierno de Cantabria, que está tratando de rehabilitar el Seminario Mayor (edificación más importante) para darla un uso de investigación de la cultura y la lengua española.



Casa del Duque entre niebla
-  CASA DEL DUQUE DE ALMODÓVAR: Fue construida entre 1899 y 1902 en un claro estilo inglés dada la admiración que la burguesía de Comillas profesaba hacia el mundo anglosajón. Esta casona asentada sobre un alto fue proyectada por el arquitecto Francisco Hernández Rubio y sirvió como vivienda de los Duques de Almodóvar del Río y Marqueses de la Puebla de los Infantes (Manuel Sánchez y Gutiérrez de Castro y su esposa, Genoveva de Hoces y Fernández de Córdoba), amigos íntimos del Marqués de Comillas. Es una construcción que poco tiene que ver con el resto de construcciones que encontramos a su alrededor.  

Construida sobretodo en madera y ladrillo tiene un marcado carácter gótico que nos recuerda mucho a esas mansiones típicas de las películas de terror. De hecho, muchos han sido los directores de cine que han aprovechado esta sensación terrorífica que inspira tanto en el exterior como en el interior (aún se conservan sus muebles, cuadros y demás menaje casi intactos) para desarrollar sus películas en torno este edificio. Concretamente son 21 los largometrajes que han dado lugar a desarrollar una ruta temática para los más cinéfilos. Caben destacar conocidos directores de renombre como Eusebio Fernández Ardavín, Narciso Ibáñez Serrador, Juan Antonio Bardem, Pilar Miró o Mario Camus entre otros. Y entre las películas más conocidas que se rodaron aquí caben destacar: Fuga de Cerebros 2, la Herencia Valdemar (que por cierto, la echaron ayer en la tele) o Sexykiller, morirás por ella. Además de este uso como escenario de película, en la actualidad se utiliza para celebrar bodas y otros eventos.

La verdad es que el día que nosotros lo visitamos había bastante niebla, lo que dotaba a este edificio de un "morbillo" raro que hacía que quisieras saber más y más anécdotas acerca de este misterioso lugar. 

Casa - Mansión del Duque a lo lejos
Cementerio gótico a lo lejos
- CEMENTERIO: es el cementerio más bonito que he visto nunca, y quizá, el más impresionante de España. Además de su interesante historia, en su interior se albergan impresionantes esculturas y mausoleos que no pasarán desapercibidos para nadie. De un claro origen gótico y cuya fachada ha sido declarada Bien de Interés Cultural, el cementerio de Comillas se sitúa en una colina con vistas a la costa y se alzó en el mismo lugar donde se ubicaba una iglesia que fue abandonada en el siglo XVI. Desde entonces y hasta 1893 fue utilizado como cementerio municipal y a partir de esa fecha fue necesario realizar una ampliación de la que se encargaría el famoso arquitecto modernista Lluís Doménech i Montaner, que sobretodo, trató de conservar las ruinas de su interior.

Fachada principal del Cementerio de Comillas
En la actualidad se ha puesto muy de moda practicar el necroturismo, o para que todos nos entendamos, visitar cementerios. Pero en este caso, los visitantes buscan algo más que el simple morbo ya que el interior del cementerio está repleto de mausoleos con bastantes décadas de antigüedad.

Presidiendo este cementerio encontramos la figura del Ángel Exterminador o Ángel Custodio que tiene su historia y además es uno de los símbolos más conocidos de la ciudad (de hecho, en el restaurante donde comimos posteriormente pudimos ver un cuadro del mismo). Representa a Abadón (en griego Apolión), personaje del Apocalipsis y que en hebreo quiere decir: destrucción, predicción o ruinas. Se dice que encadenó a Satanás por mil años, y que fue el que invocó a Moisés a enviar las lluvias que arrasaron Egipto. Su escultor fue el catalán Josep Llimora y en un principio iba a presidir la tumba del primogénito del Marqués de Comillas, pero finalmente se donó al pueblo y se situó en lo alto de lo que hubiera sido el cabecero de la iglesia.

Es maravilloso disfrutar de la solemnidad y el silencio que se respira entre estas paredes, roto simplemente por el oleaje del mar de fondo.

Tras terminar este tour en el tren, nos fue difícil decidir a cuál de todos estos lugares íbamos a entrar pero al verlo lo tuvimos claro: el CAPRICHO DE GAUDÍ se escondía a la vuelta de una esquina y su curioso diseño y su conocido nombre nos llevó a su interior. Por tan sólo 5 euros teníamos derecho a la entrada y visita libre por todo el recinto y a una visita guiada que se hace cada hora dentro del mismo.

Vistas desde el lado opuesto del jardín
Lo primero que hicimos fue dar una vuelta de reconocimiento por todo el recinto, pero en cuanto llegaron las 16'00h. acudimos al hall principal y punto de encuentro para comenzar la visita guiada. Una simpática guía llamada Verónica comenzó haciendo una ronda rápida entre todos los asistentes para conocer nuestra procedencia: Italia, Francia, Barcelona, Santander, Valencia, Salamanca y Valladolid fueron algunos de los lugares que salieron. Hecho esto, pronto comenzó con las explicaciones de manera muy didáctica y muy dinámica, y lo hizo con una introducción histórica.

El Capricho de Gaudí se sitúa junto al conjunto de Sobrellano, pero a pesar de ser de la misma época (a penas hay unos 7 años de diferencia entre la construcción de ambos) su estilo, aunque modernista, es muy diferente. Junto a otra en Astorga, el Capricho es una de las pocas obras que Gaudí proyectó fuera de Cataluña.

La historia nos dice que en el año 1883, Máximo Díaz de Quijano (cuya hermana estaba casada con el hermano del Marqués de Comillas; para que lo entendamos, era el cuñado del hermano del Marqués) al igual que el propio Marqués también se enriqueció tras su viaje a las américas. Tal fue este enriquecimiento que tras conocer Comillas decidió hacerse una residencia veraniega en este mismo lugar y junto al palacio del marqués. Encargó esta construcción al afamado arquitecto Gaudí, quien a su vez se encontraba inmerso en la construcción de la Casa Vicens de Barcelona. Cuentan que fue el propio Gaudí quien proyectó los planos de esta casa pero que él no estuvo en Comillas durante su construcción, si no que fue su amigo Cristóbal Cascante quien se encargó de ello. Resulta difícil de creer que Gaudí  nunca estuviera allí porque esta casa desarrolla muy bien los acabados y todos los detalles que el propio arquitecto dictó, de hecho las malas lenguas (o buenas) sí que dicen que aunque sólo fuera de paso cuando viajaba a Santiago de Compostela, sí que estuvo en este lugar.
Torreón del Capricho visto desde abajo.
A simple vista se puede intuir un Gaudí joven que poco tiene que ver con el Gaudí del Parque Güell o con el de la Sagrada Familia, aunque ya dejaba entrever cómo sería el Gaudí del futuro. Sobretodo por la aparición de elementos mudéjares, o en la zona del jardín del Capricho donde encontramos unas escalinatas que nos recuerdan mucho a las del propio Parque Güell de Barcelona.

Ala este de la casa.
Ventanales del dormitorio.
Esta casa hace honor a su propio nombre, ya que no sólo fue un capricho para su dueño (quién no llegó a verla finalizada), sino para el propio Gaudí, quien creó una casa hecha al detalle y sin dejarse nada en el tintero. Esto ya puede verse desde la entrada, en la que las cuatro columnas que la flanquean nos marcan los cuatro puntos cardinales. Digamos que Gaudí fue tan perfeccionista con esta casa que la misma está construida siguiendo estos puntos cardinales: de este a oeste; desde la salida del sol hasta su puesta; de manera que las habitaciones van ordenadas según las tareas que se van haciendo a las diferentes horas del día. Para que nos entendamos bien: la habitación que se sitúa justo en el este es el dormitorio (primer lugar al que llegará la luz del sol), seguida del baño, de la sala de estudio, del comedor...y así sucesivamente hasta alcanzar el oeste, lugar donde el sol se oculta y en el que se sitúa el cenador y la sala de fumadores (sala que se supone que utilizarían después de cenar).

Pero Díaz de Quijano era un gran amante de las plantas exóticas que trajo a España después de su viaje a Cuba. Por ello, construyó un gran invernadero y el propio Capricho tiene forma de U porque quería proteger este invernadero (orientado hacia el sur) de los vientos del norte.

También muy presente en este Capricho es la pasión de Díaz de Quijano por la música. Él era pianista e incluso componía sus propias obras (como música que soy, esta es la parte que más me gustó). Ya desde la entrada puede apreciarse presencia musical: en su fachada vemos reflejado un pentagrama hecho de cinco franjas de pequeños azulejos con forma de girasoles y hojas. Como todo pentagrama ha de tener una clave de sol. A Gaudí tampoco se le pasó este detalle y una de las barandillas del piso superior podemos verla decorada con claves de sol metálicas. Tampoco se olvidó de las notas musicales, y en otra de las barandillas podemos ver puntas redondas que simulan corcheas. Pero esto sólo es el principio de una casa llena de secretos musicales (algunos que se aprecian a simple vista pero otros...son más rebuscados).
Pentagrama simulado con franjas de azulejos.
Ornamentos en la barandilla simulando corcheas musicales.
Decoración en la barandilla con forma de clave de sol.
Más relación con la música encontramos en las vidrieras interiores del aseo, en las que encontramos una libélula con una guitarra y un gorrión sobre un órgano (animales también muy relacionados con Máximo y con Gaudí). También en la sala de música en la que el mismo Máximo disfrutaba de grandes obras o incluso practicando con el piano encontramos dos balcones (uno a cada extremo) con un banco mirando hacia dentro con la intención de que incluso desde fuera la música del interior se escuchara perfectamente. Las ventanas del mismo cuarto, tienen un sistema de poleas que al subir o bajar las ventanas emiten una agradable musiquilla como campanillas y cada ventana está afinada de diferente manera.
Escaleras y puente en el jardín que recuerdan al Parque Güell.
Como ven, esta casa estaba diseñada a la perfección. Cada ventana se abre y se cierra de diferente manera, pero siempre aprovechando al máximo el espacio. Una verdadera lástima que el propio Díaz de Quijano no pudiera disfrutarla todo lo que a él le hubiese gustado. Decidió trasladarse aquí rápidamente, aun cuando la casa no estaba finalizada, pero cuando regresó de Cuba lo hizo con una enfermedad cirrósica avanzada y a los pocos días falleció sin esposa ni descendencia. (La malas lenguas cuentan que esta enfermedad fue fruto de la mala vida que llevó en Cuba). Su herencia pasó a su hermana (la cuñada del Marqués), pero al poco tiempo falleció y pasó a sus sobrinos. Así que aunque la casa había sido diseñada para una sola persona, en realidad aquí llegaron a vivir familias con varios hijos haciendo varias reformas, hasta que al finalizar la Guerra Civil fue abandonada y así siguió a pesar de que en los años 60 fue declarada Bien de Interés Cultural. Parte de su patrimonio se perdió puesto que la gente entraba como perro por su casa y se llevaba mobiliario, cuadros, pomos de puertas, azulejos, etc. En los años 70 en ayuntamiento de Reus (lugar de nacimiento de Gaudí) quiso llevarse esta casa allí, pero se desestimó la propuesta por ser casi imposible trasladarla, así que un tiempo más tarde, la última descendiente de los Quijano, Pilar Güell Martos, decidió vender la propiedad a un importante empresario, Antonio Diaz, que lo convirtió durante 20 años en un restaurante. Los suelos y las puertas que aún se conservaban originales sufrieron bastante durante esta última etapa, hasta que finalmente en 2009 fue convertido en museo y se reformó y restauró gran parte de ella.


Por fortuna, aún hay gente con conciencia por el patrimonio y ve más allá del dinero. Y gracias a ello, en la actualidad podemos disfrutar de este increíble lugar que no pasará desapercibido para nadie.

Con Gaudí posando. =)
Caminando por el jardín, en un banco de piedra resguardado del sol encontramos al propio Gaudí, que cada día tiene que hacerse mil fotos con todos los curiosos que pasan por este lugar y que no quieren marcharse sin su retrato con el arquitecto. 

Y hasta aquí nuestra agradable visita a la villa de Comillas. Un sitio que yo tenía como el típico lugar de turismo de sol y playa, pero que como ven, va mucho más allá. De hecho, nosotros ni siquiera tuvimos tiempo de mojarnos los pinreles. Preferimos aprovechar el día de otra manera y empaparnos un poquito de la cultura cántabra.

De nuevo, espero que os haya gustado esta entrada y que os animéis a conocer este lugar (o si ya lo conocéis, a visitarlo de manera diferente). Yo creo que repetiré seguro.

Y muy pronto.... más cositas.

Un abrazo viajero. =)

miércoles, 17 de agosto de 2016

CANTABRIA, VIAJANDO ENTRE VERDE Y AZUL (PRIMERA PARTE)

Hace un día que he vuelto de mis vacaciones y aún con la depresión postvacacional me gustaría comentaros cómo fue este viaje por una tierra que me encanta. Mira que amo a mi Castilla, pero acostumbrarse al cambio de paisaje me resultó tan fácil... Acostumbrada a mirar a lo lejos y ver tonos muy hermosos pero tristes a la vez... Esos tonos amarillos y marrones que nos recuerdan que estamos en tierra de Campos de Castilla, paisajes que nos evocan a alguno de los textos del famoso autor Antonio Machado. Es como si una línea imaginaria hiciera frontera entre amarillos y marrones, y verdes y azules tan característicos de los paisajes del norte. 

Apenas tardamos unas dos horas en cruzar esa línea imaginaria y pronto empezamos a sentir como un nuevo aire. Puede que  sólo fueran las ganas de llegar a nuestro destino, o puede que sea cierto eso de que a veces es necesario "perder el norte", o al menos, perderse unos días por el norte... 

El motivo principal de nuestro viaje fue acudir a un festival de rock que se celebra cada año en la localidad cántabra de Torrelavega, pero el resto del tiempo lo invertimos en hacer otro tipo de cosas; muchas cosas; digamos que invertimos maravillosamente los pocos días que teníamos.

Para la ocasión escogimos un pequeño hotel en Viveda, una pedanía perteneciente a Santillana del Mar. Podríamos decir que estábamos en medio de la nada y a la vez muy cerca de todo. A tan sólo 5 kilómetros de Santillana y de Suances (dos de los municipios más turísticos de la zona) y a unos 25 km de otras localidades importantes como San Vicente de la Barquera y Comillas. En Viveda...la verdad es que había poco que ver: un pequeño centro comercial, un par de bares como los de antaño y un carril bici bastante concurrido que enlazaba con Suances. 

Casas abalconadas de Santillana del Mar
El primer día y antes de asentarnos en Viveda hicimos un alto en el camino para "turismear" un poquito y degustar la gastronomía cántabra (con bastante buena fama) en Santillana del Mar. Hace unos 7 u 8 años también estuve en este mismo lugar, y aunque no lo recordaba muy bien, había  lugares y anécdotas que aún no se me habían olvidado, como por ejemplo eso de que es la villa de las tres mentiras: ni es Santa, ni es llana (más bien todo lo contrario) ni tiene mar. Tras varios minutos buscando aparcamiento, optamos por el parking público de pago, donde por 2 euros todo el día tenías la posibilidad de dejar el coche vigilado y en la sombra. Y así nos conducimos por la empedrada calle del Cantón, una de las principales, que nos condujo hasta la Colegiata de Santa Juliana, construcción de origen románico considerada como la más importante de Cantabria. Decir que el casco histórico artístico es muy hermoso, está muy bien cuidado (todas sus calles son exclusivamente de uso peatonal) y su estructura recuerda mucho a la de algunos pueblos castellano-leonenses como Pedraza, Puebla de Sanabria o La Alberca. Muchas de sus casas datan de los siglos XV a XVII y entre ellas cabe destacar una casona gótica, del siglo XV que perteneció a la madre del primer marqués de Santillana (a los frikis de Águila Roja como yo, este marqués os resultará familiar). Muy curioso es encontrar ofertas en casi todos los establecimientos en los que se ofrece un vaso de leche fresca y un sobado pasiego.

Fachada principal Colegiata de Santa Juliana (Santillana)
Y así, caminando por estas empedradas y empinadas calles, llegué a una pequeña tienda-museo que había conocido en mi anterior visita y que tenía muchas ganas de enseñar a mi acompañante: el Museo del Barquillero. Esta particular exposición emplazada en una de las casonas nobiliarias de la villa (concretamente la casa de la Archiduquesa Margarita de Austria) nos traslada a un pasado no muy lejano, quizá época de nuestros abuelos o nuestros padres, mostrándonos juguetes antiguos, máquinas de hacer música, herramientas y todo tipo de aperos antiguos (si algo me encantó fue ver una antigua baraja de las cartas de las Familias, esas con las que tantas veces he jugado con mi madre y mi hermana y que guardo como oro en paño). Pero si cabe destacar algo son los elementos que dan nombre al mismo museo: planchas, moldes, prensas y otra maquinaria para elaborar barquillos y los famosos "pirulís" que seguro que como yo, muchos de vosotros habéis dejado sin terminar en bastantes ocasiones. A continuación os dejo algunas imágenes del museo:
Escultura de un barquillero
Juegos tradicionales y báscula antigua
Una de mis pasiones: antiguas cajitas de metal
Gramófono antiguo
Antiguo organillo de madera
Varias antigüedades

Ya para finalizar la jornada, fuimos a uno de los múltiples restaurantes de la villa. En casi todos ellos se puede degustar un menú a un precio bastante asequible (rondando los 14 euros) y en muchos de ellos se puede disfrutar además de unas hermosas vistas que nos trasladarán unos siglos atrás.

Así regresamos a Viveda, donde descansamos una horas en el hotel. Posteriormente pusimos rumbo al primero de los conciertos del festival: Hombres G. El plan perfecto para acabar el día con un poquito de romanticismo y una buena jarra fresca de cerveza. =)

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Sábado por la mañana, un zumito de naranja natural, una buena taza de leche con Cola-Cao y un super sobado pasiego. Mochila lista. Todo preparado para emprender un rumbo nuevo en el segundo día de viaje, esta vez destino Suances.

Mis pinreles en el agua de la playa (Suances)
Primera parada en la parte superior del pueblo, primeras fotos en un mirador con vistas al mar. Y de nuevo...varios minutos dando vueltas para buscar aparcamiento (lógico en pleno puente de agosto). Finalmente, optamos otra vez por el parking público, otros dos euros todo el día. Una ganga.

Y para comenzar la mañana...un poquito de eso que tanto anhelamos por aquí: la playa. Primero fuimos a la playa de La Concha y la verdad es que sólo pude meter los dedos del pie porque el agua estaba realmente congelada y yo soy más del agua calentito de las playas de Levante, pero aprovechamos para tomar un rato el sol y disfrutar del paisaje y del buen tiempo que hacía.

Esta es otra de las ciudades que visité en mi anterior viaje, pero era temporada baja y la verdad es que no tenía nada que ver con lo que vimos en esta ocasión.

Cuevas en las rocas. Punta del Dichoso (Suances)
Después de tomar un aperitivo y comer en uno de los restaurantes del paseo marítimo decidimos ir a dar un paseo para bajar la comida. Al final... el paseo se nos fue de las manos y terminamos recorriendo Suances de punta a punta. Subimos a un mirador desde donde pudimos contemplar la conocida Playa de los Locos. Seguimos caminando hasta alcanzar el faro, y desde allí continuamos andando varios kilómetros hasta alcanzar el extremo, justo al borde de los acantilados. Desde allí arriba todo se veía tan diferente... era como estar allí donde termina el mundo. A lo lejos... sólo mar y mar, y algo que creemos eran los lejanos Picos de Europa. Podíamos ver la Punta del Dichoso, donde la erosión del mar ha creado pequeñas cuevas en las rocas. También, un pequeño homenaje a la Virgen del Carmen, patrona de los marineros.

La experiencia fue maravillosa por las increíbles vistas, aunque para los miedosos de las alturas recomiendo no acercarse mucho al borde. Os dejo algunas fotillos de este día en Suances:
Vistas a la Playa de la Concha desde uno de los miradores
El mar y a lo lejos, pequeñas isletas rocosas
Vistas a la Playa de los Locos y a sus acantilados
Hotel con forma del Castillo junto al faro
Homenaje a la Virgen del Carmen, patrona de los marineros
 Y de nuevo, como el día anterior, pusimos rumbo a nuestro hotel en Viveda para descansar un poco y volver a Torrelavega a disfrutar del rock del festival. En esta ocasión era el turno de Rulo y la Contrabanda como cabeza de cartel. Fue una pasada de concierto y muy especial y emotivo, abarrotado de gente, dado que el propio Rulo proviene de Reinosa, un pueblo cercano. Otra manera perfecta de terminar el segundo día de las vacaciones.

Por hoy, lo dejaré aquí, pero mañana seguiré contándoos más cosas de este súper viaje. Aún me queda la mitad. (Guiño, guiño).

Espero que os haya gustado, y sobretodo, que os sirva un poquito de ayuda si algún día decidís visitar esta zona de Cantabria. Os dejo con otra foto frente a una fachada de un comercio de Santillana del Mar que llamaba bastante la atención y que puede ser un resumen de este viaje tan bien acompañada. =) =) =)


Fachada de uno de los comercios de Santillana del Mar