miércoles, 17 de agosto de 2016

CANTABRIA, VIAJANDO ENTRE VERDE Y AZUL (PRIMERA PARTE)

Hace un día que he vuelto de mis vacaciones y aún con la depresión postvacacional me gustaría comentaros cómo fue este viaje por una tierra que me encanta. Mira que amo a mi Castilla, pero acostumbrarse al cambio de paisaje me resultó tan fácil... Acostumbrada a mirar a lo lejos y ver tonos muy hermosos pero tristes a la vez... Esos tonos amarillos y marrones que nos recuerdan que estamos en tierra de Campos de Castilla, paisajes que nos evocan a alguno de los textos del famoso autor Antonio Machado. Es como si una línea imaginaria hiciera frontera entre amarillos y marrones, y verdes y azules tan característicos de los paisajes del norte. 

Apenas tardamos unas dos horas en cruzar esa línea imaginaria y pronto empezamos a sentir como un nuevo aire. Puede que  sólo fueran las ganas de llegar a nuestro destino, o puede que sea cierto eso de que a veces es necesario "perder el norte", o al menos, perderse unos días por el norte... 

El motivo principal de nuestro viaje fue acudir a un festival de rock que se celebra cada año en la localidad cántabra de Torrelavega, pero el resto del tiempo lo invertimos en hacer otro tipo de cosas; muchas cosas; digamos que invertimos maravillosamente los pocos días que teníamos.

Para la ocasión escogimos un pequeño hotel en Viveda, una pedanía perteneciente a Santillana del Mar. Podríamos decir que estábamos en medio de la nada y a la vez muy cerca de todo. A tan sólo 5 kilómetros de Santillana y de Suances (dos de los municipios más turísticos de la zona) y a unos 25 km de otras localidades importantes como San Vicente de la Barquera y Comillas. En Viveda...la verdad es que había poco que ver: un pequeño centro comercial, un par de bares como los de antaño y un carril bici bastante concurrido que enlazaba con Suances. 

Casas abalconadas de Santillana del Mar
El primer día y antes de asentarnos en Viveda hicimos un alto en el camino para "turismear" un poquito y degustar la gastronomía cántabra (con bastante buena fama) en Santillana del Mar. Hace unos 7 u 8 años también estuve en este mismo lugar, y aunque no lo recordaba muy bien, había  lugares y anécdotas que aún no se me habían olvidado, como por ejemplo eso de que es la villa de las tres mentiras: ni es Santa, ni es llana (más bien todo lo contrario) ni tiene mar. Tras varios minutos buscando aparcamiento, optamos por el parking público de pago, donde por 2 euros todo el día tenías la posibilidad de dejar el coche vigilado y en la sombra. Y así nos conducimos por la empedrada calle del Cantón, una de las principales, que nos condujo hasta la Colegiata de Santa Juliana, construcción de origen románico considerada como la más importante de Cantabria. Decir que el casco histórico artístico es muy hermoso, está muy bien cuidado (todas sus calles son exclusivamente de uso peatonal) y su estructura recuerda mucho a la de algunos pueblos castellano-leonenses como Pedraza, Puebla de Sanabria o La Alberca. Muchas de sus casas datan de los siglos XV a XVII y entre ellas cabe destacar una casona gótica, del siglo XV que perteneció a la madre del primer marqués de Santillana (a los frikis de Águila Roja como yo, este marqués os resultará familiar). Muy curioso es encontrar ofertas en casi todos los establecimientos en los que se ofrece un vaso de leche fresca y un sobado pasiego.

Fachada principal Colegiata de Santa Juliana (Santillana)
Y así, caminando por estas empedradas y empinadas calles, llegué a una pequeña tienda-museo que había conocido en mi anterior visita y que tenía muchas ganas de enseñar a mi acompañante: el Museo del Barquillero. Esta particular exposición emplazada en una de las casonas nobiliarias de la villa (concretamente la casa de la Archiduquesa Margarita de Austria) nos traslada a un pasado no muy lejano, quizá época de nuestros abuelos o nuestros padres, mostrándonos juguetes antiguos, máquinas de hacer música, herramientas y todo tipo de aperos antiguos (si algo me encantó fue ver una antigua baraja de las cartas de las Familias, esas con las que tantas veces he jugado con mi madre y mi hermana y que guardo como oro en paño). Pero si cabe destacar algo son los elementos que dan nombre al mismo museo: planchas, moldes, prensas y otra maquinaria para elaborar barquillos y los famosos "pirulís" que seguro que como yo, muchos de vosotros habéis dejado sin terminar en bastantes ocasiones. A continuación os dejo algunas imágenes del museo:
Escultura de un barquillero
Juegos tradicionales y báscula antigua
Una de mis pasiones: antiguas cajitas de metal
Gramófono antiguo
Antiguo organillo de madera
Varias antigüedades

Ya para finalizar la jornada, fuimos a uno de los múltiples restaurantes de la villa. En casi todos ellos se puede degustar un menú a un precio bastante asequible (rondando los 14 euros) y en muchos de ellos se puede disfrutar además de unas hermosas vistas que nos trasladarán unos siglos atrás.

Así regresamos a Viveda, donde descansamos una horas en el hotel. Posteriormente pusimos rumbo al primero de los conciertos del festival: Hombres G. El plan perfecto para acabar el día con un poquito de romanticismo y una buena jarra fresca de cerveza. =)

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Sábado por la mañana, un zumito de naranja natural, una buena taza de leche con Cola-Cao y un super sobado pasiego. Mochila lista. Todo preparado para emprender un rumbo nuevo en el segundo día de viaje, esta vez destino Suances.

Mis pinreles en el agua de la playa (Suances)
Primera parada en la parte superior del pueblo, primeras fotos en un mirador con vistas al mar. Y de nuevo...varios minutos dando vueltas para buscar aparcamiento (lógico en pleno puente de agosto). Finalmente, optamos otra vez por el parking público, otros dos euros todo el día. Una ganga.

Y para comenzar la mañana...un poquito de eso que tanto anhelamos por aquí: la playa. Primero fuimos a la playa de La Concha y la verdad es que sólo pude meter los dedos del pie porque el agua estaba realmente congelada y yo soy más del agua calentito de las playas de Levante, pero aprovechamos para tomar un rato el sol y disfrutar del paisaje y del buen tiempo que hacía.

Esta es otra de las ciudades que visité en mi anterior viaje, pero era temporada baja y la verdad es que no tenía nada que ver con lo que vimos en esta ocasión.

Cuevas en las rocas. Punta del Dichoso (Suances)
Después de tomar un aperitivo y comer en uno de los restaurantes del paseo marítimo decidimos ir a dar un paseo para bajar la comida. Al final... el paseo se nos fue de las manos y terminamos recorriendo Suances de punta a punta. Subimos a un mirador desde donde pudimos contemplar la conocida Playa de los Locos. Seguimos caminando hasta alcanzar el faro, y desde allí continuamos andando varios kilómetros hasta alcanzar el extremo, justo al borde de los acantilados. Desde allí arriba todo se veía tan diferente... era como estar allí donde termina el mundo. A lo lejos... sólo mar y mar, y algo que creemos eran los lejanos Picos de Europa. Podíamos ver la Punta del Dichoso, donde la erosión del mar ha creado pequeñas cuevas en las rocas. También, un pequeño homenaje a la Virgen del Carmen, patrona de los marineros.

La experiencia fue maravillosa por las increíbles vistas, aunque para los miedosos de las alturas recomiendo no acercarse mucho al borde. Os dejo algunas fotillos de este día en Suances:
Vistas a la Playa de la Concha desde uno de los miradores
El mar y a lo lejos, pequeñas isletas rocosas
Vistas a la Playa de los Locos y a sus acantilados
Hotel con forma del Castillo junto al faro
Homenaje a la Virgen del Carmen, patrona de los marineros
 Y de nuevo, como el día anterior, pusimos rumbo a nuestro hotel en Viveda para descansar un poco y volver a Torrelavega a disfrutar del rock del festival. En esta ocasión era el turno de Rulo y la Contrabanda como cabeza de cartel. Fue una pasada de concierto y muy especial y emotivo, abarrotado de gente, dado que el propio Rulo proviene de Reinosa, un pueblo cercano. Otra manera perfecta de terminar el segundo día de las vacaciones.

Por hoy, lo dejaré aquí, pero mañana seguiré contándoos más cosas de este súper viaje. Aún me queda la mitad. (Guiño, guiño).

Espero que os haya gustado, y sobretodo, que os sirva un poquito de ayuda si algún día decidís visitar esta zona de Cantabria. Os dejo con otra foto frente a una fachada de un comercio de Santillana del Mar que llamaba bastante la atención y que puede ser un resumen de este viaje tan bien acompañada. =) =) =)


Fachada de uno de los comercios de Santillana del Mar

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