jueves, 3 de noviembre de 2016

A LOS DIOSES... TAMBIÉN LES GUSTA EL VINO

El vino... ¡Ay, el vino! Esa bebida que tantas veces ha presenciado risas y llantos, discusiones y reconciliaciones, momentos cotidianos y momentos muy especiales...
Los Borrachos, de Velázquez. Museo del Prado

Aunque en la actualidad el mundo del vino experimenta uno de sus mejores momentos, cierto es que desde siglos atrás este caldo espirituoso ha sido considerado como uno de los mejores que han existido hasta el momento, llegando a ser incluso considerado como una bebida sagrada, una bebida de los dioses. Pero...¿qué sabemos de su origen? ¿Y de su historia?

Hoy me gustaría rendir un pequeño homenaje a mi actual profesión como guía de enoturismo y a toda la gente que como yo, siente verdadera pasión por este mundillo que "engancha". Para ello, quiero acompañaros en un pequeño viaje por el tiempo, para conocer algunas leyendas, historias y anécdotas sobre este líquido maravilloso.

Dionisio, hijo de Zeus. Caravaggio. 1596.
Esta primera leyenda nos viene a decir que el vino se descubrió por accidente y que la primera "borracha" fue una mujer. Al parecer 4.000 años antes de Cristo en Siria existía un tal Djemchid que era rey y medio dios, y cuyo palacio sobrevolaba un pájaro despistado que dejó caer unas semillas. Sin querer las plantas empezaron a brotar como la mala hierba (y nunca mejor dicho) y dieron un fruto un tanto extraño. Eran uvas. El rey ordenó recolectarlo y ponerse morado de uvas hasta que se hartó. Pero habían sobrado demasiadas y por no tirarlas ordenó almacenarlas en algún rincón de su sótano. Él prefirió dejar la comida a un lado y seguir entretenido con su enorme harén, y de este modo se olvidó de las uvas, que permanecieron abandonadas varios días. En este tiempo estas uvas comenzaron a fermentar de manera natural y a desprender gases y aromas muy potentes. 

No todas las esposas del rey tomaban tan bien eso de compartir a su hombre, y una de sus esposas favoritas, decidió suicidarse. Aprovechó la ausencia del rey para buscar veneno y al bajar al sótano sintió curiosidad por el olor tan desagradable que de allí salía. Allí descubrió un líquido oscuro que confundió con veneno en grandes cantidades y se frotó las manos. Creyó haber encontrado lo que buscaba. Esta vez fue ella quien decidió ponerse morada y así comenzó a dar fin a todas las cántaras que encontró con la única intención de quitarse la vida. Cuando la encontraron estaba más contenta que unas castañuelas y no paraba de bailar y cantar embriagada por los efectos de lo que había tomado. Esa bebida fue bautizada como Darou é Shah, que quiere decir "el remedio del rey", y que fue derivando a lo que hoy llamamos Shiraz o Sirah, una variedad de uva típica de esta antigua región de Persia donde los persas creían que se había descubierto el vino. 
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Isis y Osiris. Dioses egipcios.
Según algunos historiadores, la viticultura nacida en el Cáucaso alcanzó su primer máximo esplendor en tiempo de los faraones de Egipto. De hecho fueron los propios egipcios quienes inventaron algunas técnicas muy innovadoras para facilitar la elaboración del vino, como por ejemplo el prensado de las uvas. 
En parte, esto fue gracias al dios Osiris, que (según esta cultura) transmitió al resto de la humanidad la enseñanza sobre el cultivo y cosecha de la vid, y cómo poder guardar el vino que surge de este fruto. Por otro lado Isis, que era la esposa de Osiris y considerada diosa de la agricultura, se encargaba de proteger y cuidar el proceso de elaboración del vino en las antiguas bodegas. 

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Según la mitología griega el dios del vino recibe el nombre de Dionisio o Dionisos y es hijo de Zeus y Sémele. Normalmente se le representa junto a una pantera, un leopardo y un racimo de uvas, e incluso con hojas de parra. Cuentan que este dios fue abandonado en el bosque y fue criado por los personajes mitológicos característicos de este lugar (ninfas, duendes, etc). Allí descubrió la agricultura y más concretamente la viticultura, el cuidado de la vid y la elaboración de vino a partir de la uva. Pero la diosa Hera llegó a hacerle enloquecer y comenzó a vagar por todo el mundo. Gracias a la diosa Rea, Dionisos logró curarse de su locura y desde ese momento decidió dedicarse a transmitir la cultura del vino y su producción en la zona de Asia. Según los griegos, Dionisos fue quien inventó el vino, y gracias a él hoy lo conocemos.

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Muerte de Ampelo. 
Dionisos ha sido protagonista de multitud de leyendas y creencias mitológicas, muchas de ellas vinculadas al vino. Pues otra de ellas nos cuenta que Dionisos estaba enamorado de su joven discípulo Ampelo y al parecer ambos mantenían una relación que iba más allá de profesor-alumno (en la antigua Grecia estas relaciones homosexuales entre maestro-discípulo estaban bien vistas a pesar de las enormes diferencias de edad. Estas comunes relaciones se conocían como "efebofilia"). Dionisos le regaló una cepa de vid que colgaba en los alto de un árbol repleto de racimos. Ampelo no pudo resistir la tentación y trepó a lo alto del árbol para probar el fruto, con la mala suerte de que cayó y murió. Dionisos quedó muy apenado por la muerte de su amigo y lo convirtió en una constelación. 

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Dioniso y Ampelo.
Museo de arte de Alicante.
Parece ser que la relación de Dionisos y Ampelo no fue sólo una "aventurilla", y esta leyenda griega nos lo narra. Al parecer la pareja pasaba largas tardes revolcándose a orillas del río, y Dionisos, viendo lo envalentonado que estaba Ampelo con las bestias decidió aconsejarle diciéndole algo como: "no tienes que temer a ninguna bestia, excepto a los cuernos del despiadado toro". De hecho, Dionisos tuvo un presagio en el que se le aparecía un dragón con cuernos y acababa con la vida de un pequeño cabritillo clavando su cuerno en él. De vez en cuando Ampelo recordaba la advertencia de su amigo, pero un día vio aparecer un toro entre las rocas y decidió montarse en él para dominarlo como ocurría con el resto de fieras. Lo estaba logrando, pero Selene, desde arriba, se puso celosa y decidió enviar un tábano, que puso nervioso al toro haciendo caer a Ampelo rompiéndole el cuello. El toro le clavó su cuerno y le arrastró. Dionisos descubrió la fatídica escena y se sintió desolado, pero su naturaleza de dios no le permitía derramar lágrimas, sin embargo, no paraba de llorar. 

Ampelo se convirtió en la vid y Dionisos se recuperó. Podríamos decir que la única persona que había hecho llorar al dios que no lloraba también sería el culpable de dar algo delicioso al mundo. Cuando las uvas del cuerpo de Ampelo estuvieron maduras, Dionisos las estrujó entre sus manos y lamió sus dedos, deliciosos, como el propio cuerpo de su difunto amante. Ningún otro dios tenía en su poder algo parecido a ese licor. Era justo lo que la vida necesitaba: la Ebriedad. 

De hecho, hoy en día conocemos la Ampelografía, que es la ciencia que estudia las variedades de vid y sus características, y que debe su nombre a este personaje de la mitología griega. 

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Bacanal. Nicolás Poussin. 1625. 
En homenaje a Dionisos, siglos atrás se comenzaron a celebrar las fiestas Dionisiacas, que duraban varios días y varias noches y donde el vino corría a raudales. A estas celebraciones solían acudir exclusivamente mujeres, aunque pronto se extendió también a los hombres. En la mitología romana también tuvieron su propio dios del vino, que era una adaptación del griego pero con el nombre de Baco. En su honor se celebraban las Bacanales, que eran fiestas (lo que hoy día llamaríamos macrobotellones) donde se bebía descontroladamente y se desarrollaban orgías multitudinarias. Estas fiestas fueron prohibidas, pero se siguieron celebrando en la clandestinidad. Según los romanos, fue Baco quien también transmitió su sabiduría acerca de la vid y de cómo hacer vino a los humanos.

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La Crianza de Baco. Nicolas Poussin. 1632.
Una de las leyendas mitológicas romanas más conocidas  es aquella que cuenta de Baco viajaba a Naxia, pero a medio camino paró para descansar. A sus pies descubrió una pequeña planta que desenterró para llevarse con él. Cogió un hueso hueco de ave e introdujo en él la planta, pero cuando esta creció quedó al descubierto. Divisó un hueso hueco de león y de nuevo introdujo allí la planta, pero sucedió lo mismo. Entonces, encontró un hueso hueco de asno, y por fin, pudo trasladar ahí la planta hasta que regresó a su hogar. Esa planta era una vid. 

Cuando Baco transmitió a los hombres la cultura de la vid y del vino, recordó los tres huesos que había usado para cubrir la planta, porque cuando los hombres bebían moderadamente se ponían contentos, cantaban, bailaban y disfrutaban como aves. Si seguían bebiendo más de la cuenta se iban transformando en leones y comenzaban a surgir los problemas. Y si aún seguían bebiendo más vino, de pronto se volvían como asnos y empezaban a cometer insensateces y a ser el hazme reír de otras personas. 

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La religión católica también ha querido aportar su granito de arena y tiene su propia teoría sobre el origen del vino, incluso ha relacionado este caldo con la propia sangre de Cristo. La Biblia dice que fue Noé, el mismo que juntó dos animalitos de cada, construyó un barco gigante y con ellos se fue de viaje en lo que el mundo se inundaba. Pues cuando este viaje acabó la tierra quedó desierta (ni plantas, ni animales, ni nada) y sólo quedó lo que Noé había llevado en el barco. Como era un hombre muy previsor había guardado algunas semillas. Un día plantó algunas viñas que dieron uvas. Se las comieron y se chuparon los dedos. Se le ocurrió la idea de exprimirlas y probar su jugo y sustituyeron el agua por el vino en su dieta. Un día debieron de olvidarse del jugo de uva y empezó a fermentar. Cuando Noé lo descubrió se lo bebió y podríamos decir que agarró la primera resaca de la historia. 

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Para terminar, me gustaría recomendaros una visita muy relacionada con este tema que acabamos de tratar. Se trata de unas bodegas subterráneas tradicionales situadas en la localidad vallisoletana de Rueda y amparadas bajo la Denominación de Origen del mismo nombre. Se trata de las bodegas tradicionales del Grupo Yllera, conocidas como El Hilo de Ariadna, donde se relaciona de una manera muy lúdica el vino con la mitología y donde podréis descubrir otra leyenda de la mitología griega de la que no hemos hablado hoy: el Mito del Minotauro. En la Web El Hilo de Ariadna podréis encontrar toda la información acerca de esta bodega y esta iniciativa turística. 
Entrada a la bodega-laberinto El Hilo de Ariadna (Rueda, Valladolid).


¿Fue Dionisos? ¿Fue Baco? ¿Fue Noe? ¿Fue premeditado o accidental? ¿Fue un hombre o una mujer? ¿Fue por celos? Jamás lo sabremos. Pero fuera quien fuera.... GRACIAS, GRACIAS Y MIL GRACIAS, por descubrirnos una de las bebidas espirituosas más interesantes jamás descubiertas, que han marcado un antes y un después en la historia de la humanidad.

Y es que...conocer el mundo del vino, introducirse en él y en todo lo que le envuelve...engancha. (Y os lo digo por experiencia). =)