lunes, 27 de marzo de 2017

El primer cofrade de España fue medinense... ¡Y lo sabes!

No sabemos quién fue el primer cofrade de España, pero si de algo estamos seguros es que fue de Medina del Campo (Valladolid), y no lo digo yo, lo dice la historia. 

Aprovechando que se acerca la Semana Santa, me gustaría daros a conocer una de las Semanas Santas más antiguas y más bonitas de España: la de Medina del Campo. Y no, no es sólo que me tire demasiado mi tierra y sienta verdadera pasión por mi pueblo (que también), es que tengo el privilegio de procesionar en esta festividad declarada de Interés Turístico Internacional, y además hacerlo entre las filas de la primera Cofradía Penitencial que se fundó en España. Y por eso… tengo que contároslo.

Cuentan que entre 1411 y 1412, San Vicente Ferrer junto a una comitiva formada por unas 300 personas, recorrió varios lugares del reino de Castilla entre los que se encontraba Medina del Campo. Ciertos textos, escritos e investigaciones posteriores han ejercido de testigos para demostrar que fue en esta villa donde, como indicó Juan Antonio de Montalvo en 1633, el Santo dominico “instituyó las primeras procesiones de disciplina, siendo esta villa la primera que dio principio a tan gran servicio de Dios y ejemplo para lo mismo a toda España”.

Quizá os estéis preguntando que quién es este tal San Vicente Ferrer… Cierto es que aquí en Medina, aunque sea sólo el nombre nos suena, pero… ¿Quién era realmente este personaje tan vinculado a nuestra villa? Antes de continuar vamos a ponernos un poco al día.

Hijo de un notario y una noble, proveniente de familia con fama de ayudar a los pobres, a los 20 años Vicente se incorpora a la Orden de Santo Domingo y se dedica a impartir la palabra del Señor por toda Europa. Hizo varios milagros levantando su dedo índice y se hacía llamar “Ángel del Apocalipsis”. En realidad fue uno de los antisemitas más crueles, cuyo lema era “bautismo o muerte”. Después de varias de sus andanzas (bastante sanguinarias, por cierto), una gran cantidad de judíos se convirtieron al cristianismo (por la cuenta que les traía) y recibieron un trato un tanto especial por parte de este Santo. También he de decir que hay otras teorías que niegan su carácter sanguinario y violento.
Paso: la Oración del Huerto

Lo cierto, es que malo o bueno, San Vicente Ferrer fue el encargado de hacer de Medina del Campo el primer lugar donde se celebraron procesiones disciplinarias y que fueron el germen de la Semana Santa que conocemos hoy en día, y esto, como buenos medinenses,
se lo tenemos que agradecer enormemente. Y bueno, después de este inciso, continuemos con el tema que nos concierne.

Tras 1411 y tras las primeras procesiones en España (o al menos las primeras que están documentadas), encontramos un importante vacío documental, y no es hasta un siglo después, en 1544, cuando en el convento dominico de San Andrés, se funda la “Cofradía de la Santa Vera Cruz, San Andrés y San Vicente Ferrer” (actual cofradía de la Oración del Huerto y la Vera Cruz), cuyo patrono titular es el Santo Valenciano.

En 1588 la sede de esta Cofradía se instala temporalmente en una capilla perteneciente al monasterio dominico de San Andrés, pero pronto construye su propio templo de culto, que además incorporaba un hospital para los pobres y un corral de comedias en lo que actualmente conocemos como Plaza del Pan o Plaza de la Cruz.

Imagen de El Norte de Castilla
Entre los actos que celebraban, se encontraba la conocida “misa del mes”, que tenía lugar cada 30 días. Además, organizaban dos procesiones de disciplina: una, la noche de Jueves Santo, en la que sacaban los pasos del templo y los procesionaban en la vulgarmente conocida como “Procesión de los Pobres”, que tuvo lugar desde el siglo XVI hasta el primer cuarto del siglo XX y en la que participaban más de 700 cofrades. Otra, la procesión pequeña “del Entierro de Cristo y Santo Sepulcro”, que se celebraba la noche del Viernes Santo.

Además de esta cofradía, unos años más tarde se fundó la Cofradía de la Quinta Angustia de la Virgen (en 1567), que contaba con su propia procesión en la tarde del Viernes Santo conocida como “Procesión de los Ricos”.

También existió una tercera cofradía, la de la Virgen de la Misericordia (en 1542) que popularmente se conocía como hermandad “de los naçarenos”.

Con la decadencia de la Villa, llega la decadencia de la Semana Santa medinense y no es hasta 1941 cuando las dos cofradías existentes y otras nuevas que se fundan comienzan a hacer resurgir esta festividad.

Imagen de El Norte de Castilla
 Las Cofradías que habían logrado sobrevivir tantos siglos estaban también en completa decadencia. Por ejemplo, la cofradía de la Santa Vera Cruz contaba sólo con siete cofrades, casi todos hortelanos, y sólo podían sacar un único paso: “La Oración del Huerto”. Por eso, sus filas se renuevan con la integración de la Juventud Obrera Católica (JOC) y pasando a llamarse “la Oración de Jesús en el Huerto”.

Su sede seguía siendo la Iglesia de la Cruz, aunque ya no tenía servicios religiosos, a excepción de las procesiones, que seguían saliendo desde allí. En 1962 la Iglesia es derribada para construir pisos sociales y todos los bienes de esta cofradía se distribuyen por varios templos de Medina y Valladolid, aunque gran parte de todo el patrimonio desapareció. Después, pasó a depender de la Parroquia de San Antolín. Allí permanece hasta que en 1995 “La Oración del Huerto” recibe un nuevo paso, “El Lavatorio” que deciden trasladar al convento de las Madres Agustinas. Unos años más tarde y debido a las obras de restauración que se hacían en la Colegiata de San Antolín, se traslada todo el patrimonio de esta Cofradía al convento de las Madres Agustinas y por lo tanto, se traslada también la celebración de todos los cultos de la misma. Posteriormente, en 2003 se decide recuperar el histórico nombre de la Cofradía y cambiar el domicilio de la misma. Pasa a ser Cofradía de la Oración del Huerto y la Vera Cruz y a tener la sede en el Convento de las Madres Agustinas.

Actualmente, la cofradía más antigua de España cuenta con aproximadamente 300 hermanos cofrades, y con una procesión que aunque actualmente está organizada por la Junta de Semana Santa, tiene su origen y conmemora a la antigua “Procesión de los Pobres” (antiguamente propia de esta Cofradía) que se celebra cada Jueves Santo en la noche y que se conoce como la “Procesión de la Vera Cruz”.

Imagen de El Norte de Castilla
Como curiosidad, esta cofradía, en el traslado desde su sede hasta la Plaza Mayor donde da comienzo la procesión, realiza una parada en el lugar donde antiguamente estaba su sede, la Iglesia de la Vera Cruz, y allí, junto a un monumento homenaje a la Semana Santa medinense y a todos sus cofrades, interpretan la marcha “La Muerte no es el Final” acompañados por las voces de todas las personas que se acercan hasta allí para ver este acto tan emotivo dedicado a todos los cofrades difuntos, especialmente a los de la Cofradía.

Este es el único momento en la noche de Jueves Santo en el que suenan instrumentos de viento metal, puesto que es una procesión minuciosamente silenciosa donde los cofrades desfilan sin lucir capas (sólo hábito y capirote), con un farol encendido en las manos, y con el único sonido de golpes de tambor y de las cadenas siendo arrastradas en los pies de los cofrades. Los pasos desfilan sobre andas, sin carrozas, a hombros de los cofrades.

Sin duda, bajo mi punto de vista es una de las procesiones más emotivas en la que además, todas las cofradías reunidas en la Plaza Mayor, con todas las luces apagadas y un estricto silencio interpretan el Miserere.


Mi entrada de hoy va dedicada a todos los que como yo, viven esta fecha señalada de una manera única, desde dentro. Dedicada a mi querida Villa, Medina del Campo, y a todos mis compañeros cofrades, especialmente a los de la Cofradía de la Oración del Huerto y la Vera Cruz.
Imagen de "Semana Santa Medina del Campo"

En próximas entradas seguiremos conociendo la Semana Santa medinense y sus procesiones más señaladas.

Un fuerte abrazo y no olvidéis venir a conocer la Semana Santa de Medina del Campo. 




lunes, 13 de febrero de 2017

Por qué el turismo me cambió la vida...

Siempre me he considerado una persona un poco "rara". No me gustaba la misma música que al resto y mis pasiones eran muy diferentes a las de mis amigos. Pero si hay algo por lo que he destacado siempre es porque nunca me ha gustado seguir al rebaño, siempre he sido muy independiente y muy de hacer lo que me apetecía en cada momento, pero también bastante tímida e introvertida. Sí, podéis llamarme oveja negra, garbanzo negro, friki o como queráis decirlo.

Superé sin dificultad el colegio y el instituto (aunque este último se me complicó bastante más), y durante todos mis años de estudiante tuve que escuchar eso de "puedes sacar mucha más nota, pero no te da la gana" o "te podría haber puesto más nota, pero te la he bajado para que la próxima vez te esfuerces más".

Y odiando la física, las matemáticas y todo lo que tuviera que ver con los números llegué al último curso del insti. Fue un momento de mucha incertidumbre pero finalmente (y a pesar de mi aversión) decidí seguir el camino de la economía y las finanzas. La verdad, es que en su momento creía que había sido un acierto. Superé mis estudios rozando la matrícula de honor y ya no imaginaba mi vida dedicándome a otra cosa que no fuera llevando la contabilidad en alguna empresa. Pero...al igual que la mayoría de mis compañeros fui víctima de las circunstancias del momento, de la economía y de sus crisis, y también por qué no decirlo, a todo el mundo le dio por estudiar lo mismo que yo y claro, no había mercado de trabajo suficiente para todos.

Así que de nuevo tuve que dar un giro a mi vida. Recuerdo que fueron días bastante difíciles porque no encontraba mi sitio en ningún lugar y ninguna actividad me llenaba demasiado como para embarcarme en un nuevo proyecto.

Finalmente decidí asomar la cabeza a un nuevo mundo para mí. Adoraba viajar y los idiomas nunca se me habían dado mal así que... ¿por qué no intentarlo? Pero estudiar un Ciclo Formativo de Guía, Información y Asistencia Turística fue mucho más que otro título para poner en el currículum...

Y aquí empieza la verdadera historia de por qué el turismo me cambió la vida.

A pesar de llevar más 20 años dedicando parte de mi tiempo libre a la música hay algo que siempre me ha creado una gran barrera: mi miedo escénico. Esto iba a ser un gran hándicap para mi nuevo proyecto, por eso decidí tomarlo no sólo como unos estudios, sino como un reto personal.

Lo pasé realmente mal. Lo primero, porque el ver a ciertos compañeros que desprendían una labia natural envidiable cuando se colocaban frente al grupo era verdaderamente frustrante. Lo segundo, cada vez me parecía más imposible llegar a ser guía turístico si ni siquiera era capaz de hacer una breve exposición delante de 15 compañeros de clase. Cuando el profesor pronunciaba mi nombre... ya echaba a temblar, el cuello se me llenaba de una especie de manchones rojos y era incapaz de articular más de una frase seguida con sentido. Incluso cuando sabía que el día siguiente tenía exposición... me entraba hasta fiebre de pensarlo.

Sin embargo, me di cuenta de que este mundo realmente me apasionaba y por eso luché con uñas y dientes para sacarlo adelante. Lo conseguí. De nuevo aprobé con notas bastante altas y enseguida empecé a trabajar en una agencia de viajes, pero aún me quedaba una espinita, la de poder ejercer de guía de turismo.

Unos años más tarde me contrataron en una de las bodegas más conocidas de la Denominación de Origen Rueda como guía de Enoturismo, y los días de formación fueron horribles. Me encantaba el trabajo y siempre (a pesar de mi timidez) me había gustado relacionarme con la gente, pero me veía incapaz de colocarme frente a un grupo... Hasta que una tarde una llamada inesperada me hizo saltar del sofá: "el sábado necesitamos que hagas la visita tú sola". Ya no había excusas, ya no había más justificaciones. No me quedaba más remedio que coger el toro por los cuernos. Recuerdo perfectamente que pasé toda la semana estudiando y repasando cosas que me sabía de Pe a Pa, pero el miedo a quedarme en blanco me impedía separar la vista de mis apuntes. Pasé varios días sin poder pegar ojo, y ya no os cuento la noche anterior a mi visita... Fue un horror. Jajajajajajajajajaja.


Al final no se dio tan mal. Era un grupo pequeñito de unas 6 personas, todos ellos encantadores y enseguida se dieron cuenta de que se trataba de mi primera visita y fueron muy comprensivos. Tras esta visita han venido muchas más, y cada vez mejor.


Pero como guía (o intento de ello) tanto yo como mis compañeros hemos tenido que enfrentarnos a varios problemas y dificultades:


1. La legislación. A pesar de poseer un título de Grado Superior específico de Guía Turístico, la ley no nos permite ejercer legalmente sin tener la habilitación correspondiente. Para obtenerla hay que presentarse a una especie de oposiciones bastante difíciles y que no salen todos los años en todas las Comunidades Autónomas. De hecho, las de Castilla y León son de las más complicadas y hace varios años que no se convocan. Otra queja acerca de esta especie de "oposiciones" es que no están copadas a profesionales del turismo o gente con estudios específicos, con lo cual...el problema vuelve a ser el mismo: queremos profesionalizar el sector pero una persona con la carrera de enfermería puede presentarse y obtener la acreditación (mezclando churras con merinas), es como si cierto día yo decidiera coger un bisturí y ponerme a operar. En mi caso, este problema ya ha sido superado y por fin (y después de mucho luchar por ello) he obtenido mi carnet de Guía Oficial, que me habilita para ejercer en todo el territorio nacional y europeo.


2. El intrusismo. Cada vez aparecen más grupos de voluntariado, cursillos no oficiales y gente no acreditada que campa a sus anchas ejerciendo de guía como si la ley no fuera con ellos. Combatir el intrusismo es uno de los principales objetivos que se han venido persiguiendo en los últimos años a nivel particular y también a nivel gubernamental o autonómico. Si se quiere crear un turismo de calidad hacen falta trabajadores formados y capacitados La era de la vecina viejecita que salía de su casa y te abría la iglesia del pueblo para enseñártela ella misma ya pasó (por supuesto, todo mi respeto a los lugareños que con tanto cariño muestran con orgullo su patrimonio).


3. Ser guía es mucho más que llegar junto al grupo y soltar el rollo, y eso, hay mucha gente que no lo entiende. Las labores del guía van mucho más allá de dar el discurso a los turistas, pero bajo mi punto de vista, la principal misión es entretener. Entendamos que mientras que nosotros trabajamos ellos están en su tiempo de ocio, y por eso hay que tratar de hacerles disfrutar. He visto a guías que llevan el taco de folios en la mano y simplemente se dedican a leer literalmente lo que pone, y eso, disculpadme, no es ser guía. Y por supuesto, hay que entender y valorar todo el trabajo que hay detrás de una visita guiada.


4. Compaginar la vida profesional con la personal. Como bien decía antes, cuesta bastante acostumbrarse a la idea de que esta profesión consiste en amenizar el ocio de otras personas, y la mayoría de la gente cuando disfruta de ese ocio es en fin de semana o festivo. Por eso, lo primero que tenemos que tener en mente si queremos dedicarnos a esto es saber que vamos a tener que sacrificar nuestros fines de semana y los días de fiesta. Pero creedme, te acabas acostumbrando, y cuando lo haces y disfrutas con tu trabajo esto deja de ser una traba.


5. Te encontrarás a gente muy desagradable. Al igual que hay guías a los que les cuesta hacerse a la idea de que mientras que otros disfrutan él está trabajando, hay personas a las que les pasa justo lo contrario. Y es que no entienden que ellos están en su tiempo de ocio pero que hay personas en su jornada laboral. Hay gente de todo tipo, pero yo os puedo asegurar que por cada persona desagradable o maleducada que nos crucemos, aparecerán 10 que harán que tu día de trabajo haya merecido la pena.


Como veis, todo tiene sus cosas malas y sus cosas buenas.


Actualmente me encuentro disfrutando de un momento laboral muy emocionante otro subsector del turismo, trabajando y formándome profesionalmente como recepcionista de hotel. Nunca había trabajado de ello y estoy realmente sorprendida.




Yo no sé si el resto de mi vida laboral irá enfocada a este sector, pero lo que sí sé es que EL TURISMO ME CAMBIÓ LA VIDA.


A nivel profesional, puedo sentirme muy orgullosa de lo que voy consiguiendo día a día. En el turismo he encontrado todo aquello siempre me faltaba en mis otros trabajos. Por fin, después de una larga jornada de trabajo puedo llegar a casa, sonreír y decir que soy feliz de poder formar parte de este mundo. Cada día aprendo un montón de cosas nuevas, y cada persona, turista o cliente con el que me cruzo me aporta multitud de sensaciones, y es que, muchas veces ellos me enseñan más a mi de lo que yo les puedo enseñar a ellos.


Pero si me ha cambiado algo, ha sido sobretodo a nivel personal. Por primera vez en mi vida he dejado mis miedos escénicos a un lado y ahora adoro la idea de ponerme frente a un grupo y transmitirles todo lo que yo sé. Sigo siendo un poco "la oveja negra" y trato de diferenciarme haciendo que mis visitas sean divertidas y la gente disfrute tanto como lo hago yo. Creo que de momento voy por el buen camino. Es una sensación increíble cuando terminas la visita y se acercan a darme la enhorabuena, o simplemente me dicen que se lo han pasado genial. Y cuando trabajo como recepcionista... a veces me cuesta ocultar mi vena de guía y me encanta explicar cosas a los clientes. Pero lo que más me gusta es tener la capacidad de atenderles siempre con una sonrisa (a veces se tienen días malos en lo personal y resulta difícil dejar los problemas personales a un lado, pero hay que hacerlo) y sobretodo mostrarme como yo soy, así, espontánea.


Si ya lo dicen....
Ama lo que haces, pero sobretodo, haz lo que amas. =)


Hasta muy pronto