lunes, 13 de febrero de 2017

Por qué el turismo me cambió la vida...

Siempre me he considerado una persona un poco "rara". No me gustaba la misma música que al resto y mis pasiones eran muy diferentes a las de mis amigos. Pero si hay algo por lo que he destacado siempre es porque nunca me ha gustado seguir al rebaño, siempre he sido muy independiente y muy de hacer lo que me apetecía en cada momento, pero también bastante tímida e introvertida. Sí, podéis llamarme oveja negra, garbanzo negro, friki o como queráis decirlo.

Superé sin dificultad el colegio y el instituto (aunque este último se me complicó bastante más), y durante todos mis años de estudiante tuve que escuchar eso de "puedes sacar mucha más nota, pero no te da la gana" o "te podría haber puesto más nota, pero te la he bajado para que la próxima vez te esfuerces más".

Y odiando la física, las matemáticas y todo lo que tuviera que ver con los números llegué al último curso del insti. Fue un momento de mucha incertidumbre pero finalmente (y a pesar de mi aversión) decidí seguir el camino de la economía y las finanzas. La verdad, es que en su momento creía que había sido un acierto. Superé mis estudios rozando la matrícula de honor y ya no imaginaba mi vida dedicándome a otra cosa que no fuera llevando la contabilidad en alguna empresa. Pero...al igual que la mayoría de mis compañeros fui víctima de las circunstancias del momento, de la economía y de sus crisis, y también por qué no decirlo, a todo el mundo le dio por estudiar lo mismo que yo y claro, no había mercado de trabajo suficiente para todos.

Así que de nuevo tuve que dar un giro a mi vida. Recuerdo que fueron días bastante difíciles porque no encontraba mi sitio en ningún lugar y ninguna actividad me llenaba demasiado como para embarcarme en un nuevo proyecto.

Finalmente decidí asomar la cabeza a un nuevo mundo para mí. Adoraba viajar y los idiomas nunca se me habían dado mal así que... ¿por qué no intentarlo? Pero estudiar un Ciclo Formativo de Guía, Información y Asistencia Turística fue mucho más que otro título para poner en el currículum...

Y aquí empieza la verdadera historia de por qué el turismo me cambió la vida.

A pesar de llevar más 20 años dedicando parte de mi tiempo libre a la música hay algo que siempre me ha creado una gran barrera: mi miedo escénico. Esto iba a ser un gran hándicap para mi nuevo proyecto, por eso decidí tomarlo no sólo como unos estudios, sino como un reto personal.

Lo pasé realmente mal. Lo primero, porque el ver a ciertos compañeros que desprendían una labia natural envidiable cuando se colocaban frente al grupo era verdaderamente frustrante. Lo segundo, cada vez me parecía más imposible llegar a ser guía turístico si ni siquiera era capaz de hacer una breve exposición delante de 15 compañeros de clase. Cuando el profesor pronunciaba mi nombre... ya echaba a temblar, el cuello se me llenaba de una especie de manchones rojos y era incapaz de articular más de una frase seguida con sentido. Incluso cuando sabía que el día siguiente tenía exposición... me entraba hasta fiebre de pensarlo.

Sin embargo, me di cuenta de que este mundo realmente me apasionaba y por eso luché con uñas y dientes para sacarlo adelante. Lo conseguí. De nuevo aprobé con notas bastante altas y enseguida empecé a trabajar en una agencia de viajes, pero aún me quedaba una espinita, la de poder ejercer de guía de turismo.

Unos años más tarde me contrataron en una de las bodegas más conocidas de la Denominación de Origen Rueda como guía de Enoturismo, y los días de formación fueron horribles. Me encantaba el trabajo y siempre (a pesar de mi timidez) me había gustado relacionarme con la gente, pero me veía incapaz de colocarme frente a un grupo... Hasta que una tarde una llamada inesperada me hizo saltar del sofá: "el sábado necesitamos que hagas la visita tú sola". Ya no había excusas, ya no había más justificaciones. No me quedaba más remedio que coger el toro por los cuernos. Recuerdo perfectamente que pasé toda la semana estudiando y repasando cosas que me sabía de Pe a Pa, pero el miedo a quedarme en blanco me impedía separar la vista de mis apuntes. Pasé varios días sin poder pegar ojo, y ya no os cuento la noche anterior a mi visita... Fue un horror. Jajajajajajajajajaja.


Al final no se dio tan mal. Era un grupo pequeñito de unas 6 personas, todos ellos encantadores y enseguida se dieron cuenta de que se trataba de mi primera visita y fueron muy comprensivos. Tras esta visita han venido muchas más, y cada vez mejor.


Pero como guía (o intento de ello) tanto yo como mis compañeros hemos tenido que enfrentarnos a varios problemas y dificultades:


1. La legislación. A pesar de poseer un título de Grado Superior específico de Guía Turístico, la ley no nos permite ejercer legalmente sin tener la habilitación correspondiente. Para obtenerla hay que presentarse a una especie de oposiciones bastante difíciles y que no salen todos los años en todas las Comunidades Autónomas. De hecho, las de Castilla y León son de las más complicadas y hace varios años que no se convocan. Otra queja acerca de esta especie de "oposiciones" es que no están copadas a profesionales del turismo o gente con estudios específicos, con lo cual...el problema vuelve a ser el mismo: queremos profesionalizar el sector pero una persona con la carrera de enfermería puede presentarse y obtener la acreditación (mezclando churras con merinas), es como si cierto día yo decidiera coger un bisturí y ponerme a operar. En mi caso, este problema ya ha sido superado y por fin (y después de mucho luchar por ello) he obtenido mi carnet de Guía Oficial, que me habilita para ejercer en todo el territorio nacional y europeo.


2. El intrusismo. Cada vez aparecen más grupos de voluntariado, cursillos no oficiales y gente no acreditada que campa a sus anchas ejerciendo de guía como si la ley no fuera con ellos. Combatir el intrusismo es uno de los principales objetivos que se han venido persiguiendo en los últimos años a nivel particular y también a nivel gubernamental o autonómico. Si se quiere crear un turismo de calidad hacen falta trabajadores formados y capacitados La era de la vecina viejecita que salía de su casa y te abría la iglesia del pueblo para enseñártela ella misma ya pasó (por supuesto, todo mi respeto a los lugareños que con tanto cariño muestran con orgullo su patrimonio).


3. Ser guía es mucho más que llegar junto al grupo y soltar el rollo, y eso, hay mucha gente que no lo entiende. Las labores del guía van mucho más allá de dar el discurso a los turistas, pero bajo mi punto de vista, la principal misión es entretener. Entendamos que mientras que nosotros trabajamos ellos están en su tiempo de ocio, y por eso hay que tratar de hacerles disfrutar. He visto a guías que llevan el taco de folios en la mano y simplemente se dedican a leer literalmente lo que pone, y eso, disculpadme, no es ser guía. Y por supuesto, hay que entender y valorar todo el trabajo que hay detrás de una visita guiada.


4. Compaginar la vida profesional con la personal. Como bien decía antes, cuesta bastante acostumbrarse a la idea de que esta profesión consiste en amenizar el ocio de otras personas, y la mayoría de la gente cuando disfruta de ese ocio es en fin de semana o festivo. Por eso, lo primero que tenemos que tener en mente si queremos dedicarnos a esto es saber que vamos a tener que sacrificar nuestros fines de semana y los días de fiesta. Pero creedme, te acabas acostumbrando, y cuando lo haces y disfrutas con tu trabajo esto deja de ser una traba.


5. Te encontrarás a gente muy desagradable. Al igual que hay guías a los que les cuesta hacerse a la idea de que mientras que otros disfrutan él está trabajando, hay personas a las que les pasa justo lo contrario. Y es que no entienden que ellos están en su tiempo de ocio pero que hay personas en su jornada laboral. Hay gente de todo tipo, pero yo os puedo asegurar que por cada persona desagradable o maleducada que nos crucemos, aparecerán 10 que harán que tu día de trabajo haya merecido la pena.


Como veis, todo tiene sus cosas malas y sus cosas buenas.


Actualmente me encuentro disfrutando de un momento laboral muy emocionante otro subsector del turismo, trabajando y formándome profesionalmente como recepcionista de hotel. Nunca había trabajado de ello y estoy realmente sorprendida.




Yo no sé si el resto de mi vida laboral irá enfocada a este sector, pero lo que sí sé es que EL TURISMO ME CAMBIÓ LA VIDA.


A nivel profesional, puedo sentirme muy orgullosa de lo que voy consiguiendo día a día. En el turismo he encontrado todo aquello siempre me faltaba en mis otros trabajos. Por fin, después de una larga jornada de trabajo puedo llegar a casa, sonreír y decir que soy feliz de poder formar parte de este mundo. Cada día aprendo un montón de cosas nuevas, y cada persona, turista o cliente con el que me cruzo me aporta multitud de sensaciones, y es que, muchas veces ellos me enseñan más a mi de lo que yo les puedo enseñar a ellos.


Pero si me ha cambiado algo, ha sido sobretodo a nivel personal. Por primera vez en mi vida he dejado mis miedos escénicos a un lado y ahora adoro la idea de ponerme frente a un grupo y transmitirles todo lo que yo sé. Sigo siendo un poco "la oveja negra" y trato de diferenciarme haciendo que mis visitas sean divertidas y la gente disfrute tanto como lo hago yo. Creo que de momento voy por el buen camino. Es una sensación increíble cuando terminas la visita y se acercan a darme la enhorabuena, o simplemente me dicen que se lo han pasado genial. Y cuando trabajo como recepcionista... a veces me cuesta ocultar mi vena de guía y me encanta explicar cosas a los clientes. Pero lo que más me gusta es tener la capacidad de atenderles siempre con una sonrisa (a veces se tienen días malos en lo personal y resulta difícil dejar los problemas personales a un lado, pero hay que hacerlo) y sobretodo mostrarme como yo soy, así, espontánea.


Si ya lo dicen....
Ama lo que haces, pero sobretodo, haz lo que amas. =)


Hasta muy pronto






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